Las instalaciones en el edificio

Como podemos intuir, la evolución tecnológica, junto con la sofisticación y nuevos estándares normativos, de confort i de sostenibilidad nos han llevado a edificios de gran complejidad en lo que se refiere a las instalaciones. La necesidad de prover servicios y energías de diferentes tipos (calor y frio en el ambiente, frio para conservar los alimentos, calor para cocinar o calentar el agua de uso común, agua, evacuación de las mismas -grises y negras-, señal de TV, de telecomunicaciones, renovación del aire…) ha llevado a toda una serie de instalaciones y combinaciones de las mismas que acarrean problemas de previsión de espacio, coordinación entre las diferentes redes, y coste económico y de sostenibilidad de los propios materiales usados.

Ello no es, de por sí, negativo, pero a menudo deberíamos plantearnos la lógica de la solución adoptada en su conjunto. Al final, y es habitual en edificios plurifamiliares, nos encontramos con proyectos de instalaciones que tienen un edificio, más que edificios que tienen unas instalaciones. Toda esa maraña de instalaciones añaden una complejidad y coste a menudo difíciles de gestionar, y eso es porque la solución directa que se ha adoptado es la de incluir instalaciones «dedicadas», o activas, que suplan una carencia del propio edificio o de la manera de vivir de sus usuarios.

Es verdad que en grandes promociones privadas darle la vuelta al asunto no es facil, ya que parece que hay unos estándares adoptados en el mercado, y no es fácil convencer al cliente final para que adopte ciertos cambios y apuestas si, ya de entrada, ni siquiera sabemos quién es el cliente final.

Por otro lado, sí que existe un margen en la promoción pública donde incluso se valoran las nuevas propuestas. Estas propuestas tienden a simplificar la problemática de las instalaciones dedicadas y se enfocan especialmente en las estratégias pasivas. Es decir…Una casa bien aislada, ¿requiere de un sistema de calefacción complejo, ya sea aire acondicionado, radiadores, o suelo radiante? Si está bien aislada y es capaz de conservar el calor en su interior, por poco que la calentemos (mediante el propio sol con el efecto invernadero o con un radiador eléctrico enchufado oportunamente por poco tiempo, o con el propio calor corporal o de los electrodomésticos) no necesitaremos de un sistema de conductos y canalizaciones repartidos por toda la casa con los consiguientes costes ambientales y económicos por su implantación, mantenimiento y residuos. Por otro lado, el usuario dispone también de una herramienta eficaz -y la más eficiente de todas-, que es simplemente abrigarse un poco más.

Lo mismo podríamos pensar, quizás de forma más radical, sobre la aportación de frío ambiental o la ventilación. Una casa con una buena ventilación cruzada, ventiladores en los techos, y materiales «frescos»-por ejemplo pétreos-, ¿requiere realmente de un sistema de aire acondicionado frío repartido por toda la casa? Podremos argumentar que sí, que en nuestra latitudes cada vez más nos encontramos con el verano «tropical», esos dias de tremendo calor y nulo aire. Aún así, de nuevo…¿y si dispusieramos de un aparato de soporte, que apenas enchufáramos unos pocos días al año y a bajo coste -aprovechando el aislamiento del edificio-, y con su bomba de calor ubicada cerca? 

Son preguntas y respuestas que nos dan una orientación sobre cómo enfocar un futuro inmediato, con el cambio de paradigma con el que nos encontramos en cuanto a sostenibilidad y ecología, y que curiosamente en este futuro post-covid se están poniendo a la orden del día.

 

 

Leave a Reply